El árbol
de cerezo, conocido también como Sakura, es uno de los árboles característicos
de Japón plantado comúnmente con motivo ornamental, sin frutos. Es considerado
como emblema nacional y es parte del patrimonio histórico del país.
Una de
sus principales características es que permanece únicamente forrado de hojas
verdes durante el gran parte del año y desnudo durante el invierno, pero en el
inicio de la primavera florece y sólo por dos semanas mantiene un hermoso
florido que varía entre el blanco y el rosa pálido. Varios poemas y
manifestaciones artísticas han sido dedicadas a las delicadas flores, quienes
metafóricamente simbolizan la vida, luminosa y hermosa, pero efímera. Esta
visión de la vida como algo temporario es muy popular en la cultura japonesa y
es considerada como una forma admirable de existencia. Un ejemplo de esto es el
principio de los samurai de terminar con su vida cuando aún es hermosa y fuerte
y no llega a ser débil. Asimismo, Los Heian eran poetas que solían escribir
poemas en los que decían que nuestra vida sería mucho más fácil si no hubiera Sakuras
porque su existencia nos recordaba la brevedad de la vida. En Japón, el
florecimiento de los árboles de cerezo también simbolizan las nubes porque
florecen en masa. Las flores de cerezo representan el ideal de una vida simple
y pura, son símbolo del paso del tiempo y su floración es considerada un
instante feliz dentro de su corta vida y representa el renacer de la vida y la
primavera.
"Under the
Cherry Trees" by Kunisada, 1852
Las Sakuras
originalmente eran utilizadas para adivinar la cosecha del año y anunciar la
estación de las plantaciones de arroz. Pero como la gente también cree en la
existencia de kamis dentro de los árboles, le realizaban ofrendas con sake.
Se cree
que el Emperador Saga (786-842) del Período Heian, adoptó la costumbre de
celebrar fiestas con sake y comidas bajo las ramas florecidas de Sakura que se
encontraban en la Corte Imperial de Tokyo. Esto parece haber sido el comienzo
del Hanami en Japón. En un principio, la costumbre estaba reservada para la
Corte Imperial. Luego la nobleza samurai comenzó a festejar también en el
período Azuchi-Momoyama (1568-1600) y, debido a las grandes fiestas, creció su
popularidad. Poco después los granjeros adoptaron también la costumbre
acercándose a los árboles de Sakura plantados en las montañas. Finalmente, en
el Período Edo (1600-1867) toda la sociedad pudo formar parte de los festejos,
en parte porque Tokugawa Yoshimune plantó grandes áreas con árboles de cerezo
para alentar los festejos.
A partir
de ese momento y hasta el día de hoy, en Japón se mantiene la tradición de
celebrar el Hanami en el cual se realizan picnics en parques para admirar la
belleza de las flores. Se relaciona con el período en el que florecen los
cerezos, que anuncian el comienzo de la primavera y, en más de la mitad de
Japón, también coincide con el comienzo del período fiscal y escolar y es
utilizado como fiesta de apertura. Entre los meses de Marzo y Abril van
floreciendo los árboles de sur a norte, y las familias están pendientes de los
pronósticos meteorológicos para concertar el día del festejo, donde beben sake
y comen alimentos tradicionales de su cultura. El Hanami suele continuar
por la noche, conocido como Yozakura, y los parques son adornados con linternas
de papel ambientando los lugares públicos.
Según la
tradición, si un pétalo de Sakura que va cayendo cae en la mano por casualidad,
es augurio de buena suerte en el amor. También los enamorados aprovechan este
período de florecimiento para prometerse amor mutuo. Asimismo, en las bodas
japonesas los novios beben una infusión de flores de cerezo para que les de
buena suerte en el futuro junto con su amada,
Al
parecer, el árbol de cerezo y sus frutos han tenido relación también en otras
culturas con el amor, lo oscuro y lo mágico. Dicen que en la Edad Media, los
hechiceros utilizaban ramas del árbol para hacer conjuros y que se solía
recetar jugo de cereza como afrodisíaco o como remedios para las dolencias.
Evidentemente,
la admiración y curiosidad acerca de la magia que encierran estas flores
trascienden el tiempo y las culturas. Vernos aleccionados por la naturaleza,
que nos enseña a respetar los ciclos de la vida con paciencia y valorar esos
instantes mágicos llenos de felicidad, es algo que aún nos asombra y sigue
deslumbrando.